La pagina web de "Ataxia y atáxicos" (información sobre ataxia, sin ánimo de lucro) es: http://www.ataxia-y-ataxicos.es/


miércoles, 7 de marzo de 2012

Para buscar fantasmas (II)

Blog "Ataxia y atáxicos".
Por Vicente Sáez Vallés, paciente de Ataxia de Friedreich, de Zaragoza.

Nota: Para ir a la primera parte de este relato, pinchar en: Para buscar fantasmas (I).

"Siempre buscando el placer. Parece que todos tienen derecho de pernada, y, si te descuidas, te metes en problemas de pareja... Ayer jugué al póker con el de la setecientos veinte, y gané veinte euros, pero fue él quien se empeñó en jugar con dinero, y cobrar lo que ganase cada cuál", continuó pensando.

Luego, reanudó la realidad, levantó la cabeza, y suspiró. Las dos enfermeras siguieron doblando gasas con la parsimonia de la costumbre y las miradas gachas, sin necesitar concentración. Seguía la misma conversación de siempre. La misma espera... las mismas gasas... los mismos movimientos.

- Ten cuidado con el de la setecientos veinte: Ha venido varias veces a este hospital, y sólo piensa en echarse un casquete con una enfermera. Tiene un ego qué se lo pisa: el pobre piensa que es maravilloso, y que todo lo tiene a su alcance; Dios debe respetarle, y ser empleado suyo. ¡Desconfía de los pretenciosos, mucho más si son minusválidos!

“¿Y quién no lo piensa?”, pasó por su cabeza.

- ¡Mujer! Pero, es algo natural: los enfermos se apoyan en quienes los cuidan... y la diligencia se confunde con atracción... la simpatía, con cariño... y el cariño, con amor. Lo llaman trasferencia, o “transfer”. En todo caso, me sentiría halagada de que se enamoraran de mí, pero hay que ser fría, y manejar la situación.

- Sí, sí... Piensa como te enseñaron en la facultad. Pero... ¿nunca has sentido nada cuando algún enfermo se te ponía cachondo?

Quedaron en silencio: la una perpleja, y la otra temerosa de haber metido la pata.

Soguió un gesto de despedida, y ella salió decidida, y sin rumbo. Sólo deseaba caer en un catre mullido, lleno de quietud, sin frío, ni calor.

No obstante, sus pasos se arremolinaron en torno a dos bandas de hermosos azulejos que recorrían el pasillo que daba paso a las habitaciones de los enfermos. Toda su humanidad se retorció en la entrada de la fatídica habitación setecientos veinte.

Se detuvo a pensar por un instante. Dudaba. En la penumbra de una lejana ventana abierta, su sombra mostraba el silencio de querer verlo. Buscó una excusa fiable, porque el enfermo era listo. Le diré que vengo a ponerle el termómetro.

Vio al enfermo con sus movimientos dispares que, sentado en extraña postura, dirigió su cabeza entera y su voz nasal a la radiante enfermera de blanco, y melena castaña desordenada.

- Siempre estoy buscando algo. En la vida no hay que dejar de buscar. ¿Usted es enfermera, verdad? Antes siempre que se veía a una mujer con una bata en un hospital, se le llamaba enfermera... a todas. Yo, he aprendido a distinguirlas, porque me ha tocado venir mucho. Hay auxiliares, “limpias”, incluso médicos.

- No te muevas tanto... ¡Te vas a cargar el termómetro!

- ¿Qué cosas te gustan a ti, muñeca?

- Las montañas... lo que está alto... el silencio natural, roto por el zumbido de las abejas... y, sobre todo, que me llamen "muñeca".

- No aparentes ser más hortera de lo que ya eres. Pero sigue respirando así de profundo. Es excitante ver el movimiento de tus pechos.

Ella enrojeció, y retrocedió un paso. Tuvo el orgullo profesional suficiente para reprimir una contestación malsonante. Pero, no le importaba meter la pata, porque se le acababa su contrato como suplente de verano... y debía regresar a casa, a poner inyecciones en el trasero de sus vecinos. Y bien mirado, el que es hijo de puta, es hijo de puta... sea enfermo, subnormal, o minusválido.

- ¿Qué es aquello que no cesas de buscar, personita?

Se revolvió en el catre, y resignó su contestación a una sonrisa. La enfermera puso golosos sus ojos negros, y se embarcó en la aventura de arropar un cuerpo inmóvil, relajado y pesado, de casi dos metros.

- Yo tuve una novia que me llamaba así: "personita". ¡Como para la administración sólo somos un tanto por ciento de personas! Me manejaba mejor que tú... bueno... entonces no tenía tan avanzada la enfermedad, y me movía bastante. ¡Era guapísima!

- ¡Menos mal qué me comparas con alguien guapo!

(Continuará mañana).

Nota del administrador del blog:

Para acceder a una breve semblanza de Vicente (escrita por su hermana, Cristina, también paciente de Ataxia de Friedreich), hacer click en: Semblanza de Vicente Sáez Vallés.

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2- Sección "PowerPoint del día":

¡Joder, con el cura! :-)

Para ver y/o guardar el PowerPoint, pinchar en: Consejo prematrimonial.

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