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lunes, 13 de diciembre de 2010

El juego de los colores (I parte)

Blog "Ataxia y atáxicos"
(Por Pilar Ana Tolosana Artola, paciente de Ataxia de Friedreich, de Vitoria).

Nota: Para ver en la página web de "Ataxia y atáxicos" una breve descripción, y cómo adquirirlos, de los cuatro libros publicados por Pilar Ana Tolosana Artola, paciente de Ataxia de Friedreich, de Vitoria, pinchar en el siguiente enlace: Cuatro libros de Pilar Ana Tolosana.

"El juego de loc colores" (I parte)

Creo que ayer mismo, sin ir más lejos, llegué a la cúspide de mi vida, al clímax de mi propia historia... Aunque realmente, esto suene un poco paradójico, porque más que vida, lo mío parecen viñetas de mediocres dibujos superpuestas a un texto farragoso y sin mucho sentido, entre las páginas de un borrador sucio e ilegible, con próximo destino a la basura.

Una semana, en relación a toda la eternidad, es algo insignificante, sin embargo desde un punto más subjetivo, es la que puede cambiarte el futuro. Incluso, un solo día podría darte una la vuelta a ti.

Unas horas pueden causar estragos en tu existencia, y la escasez de una solemne, puede torturarte hasta la extenuación, o planearte la coartada del resto de tus días. Un minuto puede resultar libidinoso y embriagador, o ser el más miserable que conozcas.

De los segundos hay quien tiene su propio tabú. No es que esté prohibido hablar de ellos, pero es que éstos en buena combinación, son los que nos pueden condenar definitivamente a la felicidad o a la fatalidad.

Jugar con el tiempo es jugar con fuego, y jugar con colores es cosa de niños. Lo que suelo hacer yo, es diferenciar cada día que pasa con un color, y de esta forma me parece que lo describo más claramente. Así es que tengo días rojos, días azules, días verdes, días marrones, días amarillos, días naranjas, días negros, y días grises.

Ayer fue domingo, y por primera vez en todo este tiempo, creo que si me hubiera muerto, no me hubiera importado, porque he aprendido a caminar en solitario, sin que nadie me tenga que dar la mano para saltar los charcos de la ineptitud y la incompetencia.

El Lunes fue un día rojo.

Estaba cansado, y no sabía cómo actuar. El fogonazo de la luz del sol cuando levanté las persianas, todavía me machacaba las pupilas al pasar un rato frente a ellas.

Me expusieron el problema nada más llegar, pero yo no podía acordarme de otra cosa más que de la compota que cené el día anterior, y que por las nauseas y la diarrea, estaba totalmente seguro de que me había sentado mal. Me sentía completamente egoísta por que ante lo que me contaban, alarmados, mis compañeros, sólo estuviera ocupando en ello un tercio de mi mente... o quizá menos aún, si reconozco que me preocupaba el resultado de mi equipo en el partido de fútbol.

En la tienda donde trabajo, nos habían roto los cristales del escaparate. Lo extraño, era que los del alunizaje, no se habían llevado nada; y eso que todo lo que había era muy caprichoso para habérselo metido uno al bolsillo. Todo era muy llamativo: había cámaras de fotos de último modelo, móviles de ultimísima generación, compactos vírgenes para grabar, miniordenadores... muy cuco todo.

- A lo mejor en el último momento, a los ladrones les ha entrado cargo de conciencia, y por eso es que no se han llevado nada -dijo una de las dependientas. Era una buena amiga, pero es que resultaba más inocente que mi sobrino el de dos años.

El Martes fue un día azul.

Todavía no entiendo cómo Sofi puede llegar a tal punto de perdón generalizado y de disculpas incoherentes para todo aquél que hace las cosas mal, pero la verdad es que me relaja compartir con ella los aciagos días.

El otro chico, el encargado de la tienda, era el que había llamado al jefe contando lo de la tropelía. Le había explicado que habíamos sido desvalijados, que Sofi todavía llevaba el susto en el cuerpo, y estaba pensando en apuntarse a clases de tiro... Y bueno, de mí le dijo que pasaba las noches llorando como un bebé, y había convenido con mi cuñado, que era profesor de Kárate, que hiciera visitas continuadas por la tienda para ver si todo iba bien.

- Pero, Héctor... ¿cómo puedes ser tan mentiroso? ¡Nos has dejado a Sofi y a mí a la altura del betún... cómo si fuéramos dos niños que no saben enfrentarse a nada! -gemí a gritos.

- Estás exagerando. Tengo mis razones para haber tergiversado la verdad -agregó Héctor, mientras Sofi lo miraba decepcionada.

- Pues ya puedes ir dando razones para que entendamos tu actitud, Héctor.

- El jefe está en Puerto Vallarta, y si no le doy a la historia un poco de vidilla, éste no aparece por aquí ni en dos semanas...

Era cierto, si se le hubiera dicho que lo único dañado era el cristal del escaparate, como mucho, lo único que hubiese hecho, en las playas de México, es darse la media vuelta, para que el sol bronceara la piel de su espalda.

Aunque, yo seguía meditando que Héctor en su discurso, con la autoridad, se había excedido. Habría sido lógico que el jefe no se hubiera tragado la retórica de su empleado. Sin embargo, era bien sabido por todos, el carácter febril y sutilmente desquiciado del de las vacaciones... así que si la noticia le hubiera pillado en modo aprensivo, el hombre habría llegado hasta aquí, a nado...

Y es que le contó que Sofi estaba a punto de apuntarse a tiro, cuando yo aseguraría que si ésta ve un arma, se desmaya, dislocándose el hombro. Además, mi cuñado no es profesor de ningún arte marcial, sino profesor de autoescuela, que es un poco diferente a lo que Héctor había contado. Sí que mi cuñado tiene algún alumno del Gimnasio Oriental, y una vez le intentaron enseñar alguna llave, pero eso se quedó en una tentativa.

Demasiado torpe... Si tuviera una centésima de la gracia de Héctor para amoldar a su gusto la verdad, en habilidad, se podía haber ido a los Juegos Olímpicos.

El Miércoles fue un día verde.

Estaba abatido, a la vez que feliz por ver más cercana la llegada del fin de semana. No tenía nada programado, no obstante, esto es una expectativa generalizada.

Todavía no parecía que los ardides de Héctor para que el cabecilla de todo esto volviera del paraíso, hubieran surtido efecto... pero a Sofi la primavera le empezó a hacer algún efecto secundario. Empezó a mirar con el rabillo del ojo al otro compañero de una forma extraña. Entornaba los ojos y los achinaba. Parecía miope, aunque ella alegaba que sus amigas llamaban a aquella mirada "La contemplación de la Serpiente", y era de lo más seductora...

- ¿Y no será "la contemplación de la víbora", porque tienes cada amiga...? -atestigüé, socarrón.

Pasó a mi lado ignorándome, y se metió al almacén. Al rato, Héctor llegó y, en un susurro, me preguntó si a Sofi le pasaba algo.

- Debe ser la primavera, que la sangre altera -manifesté, reseñándome al refranero español.

- Eso será... O el polen, que se lo ha fumado -bromeó el otro, escapando enseguida al otro lado de la tienda, como dándole esquinazo a la pobre Sofi que salía airada de la parte trasera.

Nota: La semana tiene siete días. Continuará mañana.

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2- Sección "PowerPoint del día":

Para visionar y/o guardar el archivo PowerPoint, hacer click en: Juegos "on line".

¡Si pagaran tanto como exigen en esta oficina...! :-)

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3- Sección "Artículo recomendado":

Hoy, en contradicción con el titular de esta sección, no se enlaza con nada. Se pega un texto de humor:

Todo depende de quien lo cuente:

Dos mujeres conversando:

- ¿Cómo te fue ayer?.

- ¡¡Una catástrofe!! Mi marido llegó a casa del trabajo... cenó en tres minutos... después tuvimos relaciones sexuales en cuatro minutos, y a los dos minutos, ya estaba dormido! ¿Y ati cómo te fue?.

- ¡¡Ha sido fantástico!! Mi marido llegó a casa, y me llevó a cenar fuera... luego caminamos bajo las estrellas durante una hora, hasta que llegamos a casa. Y después de una hora de juego amoroso, a la luz de las velas, tuvimos relaciones sexuales durante una hora... y luego hablamos de nuestras cosas durante otra hora!.

Los dos maridos respectivos opinan así:

- ¿Qué tal ayer?.

- ¡¡Cojonudo!! Llegué a casa, y la cena estaba en la mesa... cenamos... echamos un polvo... y me dormí como una piedra! ¿Y tú?.

- ¡¡Un desastre!! Llegué a casa cansadísimo... no había luz, y tuve que llevar a mi mujer a cenar a un restaurante... la comida era una basura y, además, carísima... tan cara que, tras pagar, no me quedó dinero para el taxi de regreso... y tuvimos que volver a casa andando... Aún no había electricidad, y encendimos unas velas para acostarnos. A mi mujer se antojó tener relaciones sexuales. Yo estaba tan estresado, que necesité una hora para tener una erección, y otra para alcanzar el orgasmo. Con todo eso, me desvelé, y tuve que soportar a mi mujer hablando durante otra hora más.

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2 comentarios:

  1. Pilar Ana, creo que mi vida es en blanco y negro... todos los días igual. ¿Será fallo de la impresora? :-)

    Un abrazo.

    Miguel-A.

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  2. jejeje... Creo que el truquillo está enfijarse en las pequeñas cosas, debemos intentar ser felices; sólo hay que dar tiempo a que las cosas mejoren... Ten confianza de que habrá esperanza de días mejores!!!!!!!!!!!!

    ¡FELIZ NAVIDAD Y PROSPERO AÑO 2011!

    Cariños...

    Pilar Ana

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